17 de septiembre de 2010

CRÓNICA

Por: Clara Inés Morales
Estudiante del Programa de Comunicación y Periodismo
Como si fuera algo normal… sonó el despertador a las 4:00 am, claro, porque había que estudiar para Radio; lo tomé en mis manos y lo aplacé, como todas las mañanas, sin importar la hora. Lo aplacé tanto que terminé levantándome a las 5:10 am, una hora y 10 minutos después del primer timbrazo.

Como siempre, las escusas: “ah, estudio pal’ parcial en el hueco”, pero cuando ya se iban acercando las 5:00 am empezó la mayor preocupación “Periodismo”, tenía que levantarme de inmediato, pues llegar un minuto tarde es una falta más, es de esos profesores que llega cinco minutos antes y si tu no estás tienes 20 faltas.

Pero mi hobby preferido volvió una vez más a vencer, y dormí placenteramente los siguientes 10 minutos. Tuvieron que ser las ganas de orinar las que me pararon de mi cómoda y deliciosa cama, pues al despertador ya lo había mandado a la porra, pero, por Dios ¿a quién no se le han pegado las cobijas un día?, bueno, en mi caso todos los días.

Al fin mis pies buscaron las chanclas azules que me acompañan a toda parte y me dirigí al baño aún con los ojos cerrados. Es lógico, después de vivir 15 años en una misma casa te aprendes de memoria sus laberintos. Oriné, oriné y oriné como si no lo hubiera hecho en un siglo. Fui a llamar a mi mamá, pues la noche anterior me lo había pedido, pero como siempre no se levantó, entonces me di cuenta de que me esperaba la peor parte de la mañana, el agua fría. Me demoré como otros 10 minutos para mojarme mi pie derecho, pero tuve que ser fuerte, sólo por Periodismo, salí del baño en un segundo, una medio bañada, estaría más loca si me quedara más tiempo debajo de ese chorro congelado.

Entré a mi habitación corriendo para vestirme rápido y no aguantar más frío; cuando terminé, mi mamá ya me tenía preparado un chocolatico caliente con galleticas, qué delicia, y al fin pude partir para la ‘U’ al trajín de todos los días, coger dos buses, caminar por el Metro y pagar pasajes.

Mientras estaba bien sentadita, y por cierto muy acalorada en el bus de Caldas, pude leer unas cuantas hojitas de Radio, hasta que el sofoco me mareó y tuve que parar, por fortuna estaba cerca de mi destino. Por fin respiré aire fresco cuando mis pies tocaron el suelo de Caldas y empecé a subir y subir la loma, malgeniada, como siempre que tengo que madrugar. Es que no entiendo ¿Por qué tiene que existir clase de 7? Bueno, pero hoy un poco más animada pues le gané al profesor la carrera de las faltas.

1 comentario:

Jeniffer Tamayo Vásquez dijo...

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