4 de noviembre de 2010

Narrativa.

IDENTIDAD CALDEÑA

Entre textos y artículos académicos me he encontrado con defensores y opositores de la palabra identidad por la cual se han desatado en los últimos días grandes controversias. Entre varias de ellas se hablo, por ejemplo, de la encuesta realizada por la revista semana con la idea de querer elegir un objeto que se convirtiera en “símbolo nacional”.
Entre los objetos propuestos se encontraban desde el carriel y el poncho hasta el sombrero vueltiao , que finalmente fue quien se llevo el anhelado galardón y por el cual se podría ingerir que cualquier colombiano que se respete debe tener su sombrero costeño en casa.
Es así como los colombianos nos empezamos a representar por un sombrero, los paisas por un carriel, los santandereanos por verracos, los costeños por perezosos y los pastusos por inocentes. ¿Tendremos entonces un objeto, o por lo menos un intangible que nos permita identificarnos como caldeños?
Al dar vueltas por diferentes sectores de Caldas podría postular varios elementos que según los imaginarios de la comunidad hacen característico el municipio, como por ejemplo la lluvia, la famosa calle del comercio, el tan antiguo Piporara que aun produce para nuestro servicio, la poca arquitectura colonial que aun se conserva o las fiestas del aguacero que en su ultima versión tuvo más de agua que de fiesta.
Podría mencionar varios objetos, calles y negocios con los que probablemente se identifiquen los ciudadanos del municipio, lo seguro es que las opiniones estarían repartidas ya que ante tanta diversidad de gustos, estratos, culturas, pensamientos, costumbres, etc. no se puede elegir solo uno que nos identifique a todos.
La identidad sirve para arraigar sentimientos de pertenencia con las cosas, o grupos y por ello considero valida la polémica y ambigüedad de su significado; pero eso no debe convertirse en un referente para actuar bajo parámetros que establecen otros con diversos fines, generalmente políticos.
Afortunadamente todos somos diferentes, y si se trata de lograr un sentido de pertenencia con el terruño, que actualmente es necesario, busquemos no un objeto ni una calle, sino una intensión de cambio, de arraigo, de apropiación de los mismos espacios, para defender y convertir a Caldas en el paraíso que cada uno, desde su realidad sueña.
Por: Tatiana Madrid.

Bibliografía

.ANDERSON, Benedit. : Comunidades imaginadas: reflexiones sobre el origen y la difusión del nacionalismo. México: Fondo de cultura económica. 1997. p. 9 – 76.
.MELO, Jorge Orlando. Contra la identidad. En: El malpensante. N° 74. Bogotá:
(noviembre – diciembre, 2006); p. 85 – 98

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